LEY DE GRAVEDAD Por Alan Castro

Ley de gravedad

Por Alan Castro

 

Congreso del Estado de Sonora.

 26 de agosto de 2038.

Enfrascados en una discusión sin sentido y sin dirección, los diputados argumentaron los motivos para poner a consideración una puntual modificación a la Ley de Gravitación Universal.

 

¿Por qué se quiere modificar esta ley? Para entender eso tenemos que explicar una cuantas cosas.

 

Desde hace algunos años una liga de científicos quieren controlar la gravedad, en un campo que durante años la ingeniería y la ciencia han librado una ardua batalla que ha hecho tambalear como una manzana madura la ley de gravitación universal.

 

La ley de gravedad de Newton es muy clara, indica que la fuerza con que se atraen dos cuerpos de distintas masas depende únicamente del valor de sus masas dividido por la distancia entre ellos al cuadrado. Muy fácil.

 

Pero, si los científicos pudiera hacer posible que la gravedad empuje y no jale, se tendría un potencial infinito de propulsión. El potencial es tanto, que podría cambiar completamente la industria aeroespacial, y muchas otras industrias, lo cual ha hecho temblar al establishment, el status quo y hasta el orden mundial, pues las grandes elites caerían como yunque con toda, ahora sí, la fuerza de gravedad.

 

La discusión se tornó intensa. Por un lado los conservadores exigían que se realizarán más foros de consulta para socializar suficientemente el tema antes de cualquier dictamen de reforma, mientras que los liberales exponen razones puntuales para una necesaria y urgente actualización.

 

Bajo el argumento de que todo cae por su propio peso, los diputados derechistas defendían a capa y espada la física de que todo lo que sube debe de bajar, lo más puristas incluso citaban a Newton, el núcleo, la masa, la luna y la rotación alrededor del sol, hubo algunos que hasta se atrevieron a asegurar que era la atmósfera la que te mantenía de pie sobre la tierra.

 

Por otra parte los izquierdosos alegaban en tribuna que la gravedad coarta su libertad, pues te esclaviza al suelo y en algunos casos, te hace arrastrarte sobre de él.

 

Además exponen un decálogo de las razones por lo cual sería favorable modificar dicha ley, sin duda el más poderoso argumento sería, el que te permitirá volar, claro, que se tendría que hacer todo un marco normativo para que la presión no haga explotar tu cabeza cuando te encuentres a algunos metros de altura.

 

Esto podría ir desde poner un límite para flotar lo humanamente posible o bien, contar con todos los aditamentos para que pudieras soportar la presión atmosférica.

 

La diputada independiente en su afán protagónico no dejó pasar la oportunidad y llevó la discusión al plano de la equidad de género, argumentando que las mujeres son las que sufren más las condiciones de la gravedad.

 

Afortunadamente la diputada presidenta de la mesa directiva la paró en seco, calificando como una estupidez llevar al tema a una discusión sexista, y echarla la culpa a la gravitación cuando la anatomía humana y la vejez natural es la cuestión.

 

No faltó tampoco el diputado bajito que encima de un cojín desde su curul decía que la gravedad te podría hacer incluso más alto.

 

Mientras que el titular de la comisión de transporte veía con buenos ojos el tema de la movilidad, pues el poder volar e incluso flotar impulsando de manera natural con pies y brazos, o bien de manera asistida, te permitirá mejores desplazamientos por las ciudades del estado.

 

Aunque volvemos a recalcar que sería peligroso si no se toman todas las medidas de seguridad, sin contemplar el potencial tráfico y congestionamiento aéreo que podría suscitarse de darse esta modificación.

 

El diputado tibio que no toma partida en ningún tema, decía que si estaría de acuerdo que se modificara la gravedad, pero poquito, es decir que pudiera volar pero no tan alto, y si pudieras brincar pudieras bajar sin problemas.

 

Aunque el asesor jurídico le explicó que para ello tendrían que cargar piedras en los bolsillos, algo parecido al peso que utilizan los globos aerostáticos, claro, con sus debidas proporciones.

 

Mientras que el diputado bohemio y soñador ya se veía cantando aquella popular canción, de ando volando bajo. Aunque fuera pura ilusión.

 

Si a usted no le ha quedado muy claro cómo podría funcionar esto, le explico de manera sencilla: así mismo como hacen flotar un imán con la polaridad gravitacional, se podría hacer a grandes escalas.

 

Con esto se podría cristalizar el concepto de antigravitación y transformar la fuerza del campo gravitacional de la tierra, pues si bien hasta hoy creemos que la única fuerza de gravedad es la atracción, también podría ser la repulsión pero no entre materia, sino antimateria o materia negativa.

 

Y no me refiero a la ley de atracción, esa es otra que debería reformarse algún día.

 

Me refiero que cuando la masa negativa se aproxima a la positiva, se crea una poderosa fuerza de repulsión, lo que podría traducirse como una infinita fuerza de propulsión, poniendo en entredicho conceptos de Galileo Galilei, Nicolas Copernico, Voltaire, Albert Einstein y hasta de una simple manzana al caer.

 

Es por eso que los diputados, y más que nada el aparato del Estado, no quiere perder la oportunidad de ser el protagonista de este cambio de paradigma, pero como cualquier tema que llega a las cámaras, se politiza y polariza.

 

Ya los detractores empiezan a filtrar el rumor de que si no existiera la gravedad, nuestros cuerpos tendrían mayor fuerza de atracción sobre otros cuerpos y objetos pequeños, es decir que seríamos una especie de imán humano.

 

Sin duda el debate llegó para quedarse, sin embargo como de costumbre en el legislativo, no hay argumentos sólidos que le pongan nivel a la discusión.

 

El propio promovente de la ley decía que un punto importante de la reforma de ley es que sin la gravitación seríamos más fuertes, pues si bien para levantar un objeto necesitamos una fuerza similar al peso del mismo, en una situación de gravedad cero, la masa permanece pero el peso no existe.

 

Si esto fuera posible, podríamos levantar un carro como superman, sin la necesidad de un gato hidráulico.

 

Una hipótesis sin lugar a dudas interesante fue que pasaría cuando dormimos, pues todos los objetos para amortiguar nuestra carga serían innecesarios y quizás necesitaríamos dormir atados o con una cobijona san marcos para no salir volando.

 

Claro, dependería también de tus sueños, pues si tienes el sueño ligero flotarás y si lo tienes pesado, tal vez solo se levantaría una pierna o un brazo.

 

Eso sí, los deportes con pelotas o competiciones de saltos perderían todo sentido.

 

No queda más que esperar que decidan los diputados, por lo pronto hay que estar atentos y no descuidarnos de nuestros asientos, pues si no se legisla en este último año, la siguiente legislatura podría estar retomando este asunto junto al movimiento de los terraplanistas.

 

Y no dude que ahora que se acercan las elecciones, hasta un candidato tome como propuesta de campaña: el poder volar pero bajito… y por supuesto, con casco y protección, por si nos juega una mala jugada la gravitación.

 

¿Usted qué opina?, ¿estaría de acuerdo que se reformara la ley de gravedad?