La existencia de agujeros negros supermasivos no cuadran para la UNAM: un cuásar inexplicable «Hay algo raro en todo esto»

Nuestra mejor estimación como raza es que el Big Bang, la inconmensurable explosión que dio vida al Universo tal y como lo conocemos, sucedió hace 13,700 millones de años, aproximadamente. Ahora, académicos de la universidad de Arizona, detallaron sus hallazgos sobre el cuásar más antiguo localizado en el Universo, el Jo313-1806 que se formó 670 millones de años después del Big Bang.

Un cuásar inexplicable

El cuásar en cuestión tiene en su centro un hoyo negro supermasivo, lo que es extraño puesto que nuestras teorías sobre la creación del Universo no coinciden: en teoría, pasados 200 o 300 millones de años tras el Big Bang apenas comenzaba la creación de las primeras estrellas que tenían entre 50 y 100 veces la masa del Sol.

Es decir, el problema está en que el agujero negro es muy grande, tan grande que pone en duda lo que pensamos sobre cómo se crean los agujeros negros, o con qué rapidez comenzó la formación de cuerpos celestes gigantes tras la gran explosión. El agujero negro dentro del cuásar es demasiado grande como para explicar su crecimiento en tan relativamente corto tiempo del Universo.

Un cuásar es una fuente astronómica de energía electromagnética, que incluye radiofrecuencias y luz visible.

El descubrimiento «retará el conocimiento«, según dijo Luis Felipe de Jesús Rodríguez Jorge, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM. «Hay algo raro en todo esto. No se pensaba que tan temprano en el Universo hubiera hoyos tan masivos«, dice. El cuásar en cuestión es tan grande y tiene tanto combustible que es mil veces más luminoso que la Vía Láctea. La clave está en que su «motor», el agujero negro supermasivo que está en su centro pesa más de 1,600 millones de veces la masa del Sol. Ese es un número tan grande para nosotros que, sin matemática de por medio, difícilmente podríamos comprenderlo.

Los investigadores detrás del proyecto están al tanto del dilema. Feige Wang es el investigador a cargo de quienes hicieron los cálculos publicados en The Astrophyscal Journal Letters, reconoció que los agujeros negros que surgieron a partir de las primeras estrellas no pudieron haber crecido tanto en pocos cientos de millones de años. Sin embargo, también es cierto que nunca se había tenido interacción tan cercana con un agujero negro tan antiguo y tan masivo.

La luz del cuásar ha viajado 13 millones de años luz antes de ser captado por el equipo de Feige, lo que hace todavía más impresionante el hallazgo.

El agujero negro dentro del cuásar es, en palabras de Rodríguez Jorge de la UNAM, » es como decir que hay un niño de un año que ya pesa cien kilos».

Las soluciones al problema son múltiples, pero podría pasar porque el primer cuerpo que forma al agujero negro es más grande de lo que se creía, como explica Rodríguez, o bien, los agujeros negros pueden crecer mucho más rápido de lo que se cree actualmente.

El trabajo del equipo de Feige apenas ayudan a entender las preguntas que la ciencia buscará responder en nuevas observaciones a cuásares, y desde luego, plantea nuevos problemas para la física teórica.

El estudio fue hecho con datos obtenidos en conjunto por el Telescopio Victor M. Blanco, el Observatorio Interamericano Cerro Tololo, Gemini Sur y Gemini Norte y los observatorios Mauna Kea de Hawai y W.M. Keck Observatory.

Fuente: Xataka México.