La inflación, el enemigo sigiloso

La inflación, el enemigo sigiloso

 

La delicada estabilidad del sistema financiero, y el bienestar de millones de mexicanos, depende directamente de su capacidad de poder planear millones de decisiones de ahorro e inversión, y de garantizar el sustento diario a partir de mantener el poder adquisitivo de sus ingresos; detrás de estas decisiones una variable juega un papel fundamental para coordinar billones de pequeñas decisiones que tomamos a diario: la inflación.

 

La inflación de México se aceleró durante la primera mitad de abril a su mayor nivel en más de cuatro años y con ello duplicó el objetivo central de la autoridad monetaria, impulsada principalmente por alzas en los precios de los combustibles.

 

Los productos y servicios que tuvieron mayor incidencia en el aumento quincenal de los precios fueron: tomate; aguacate; servicios en loncherías, fondas, taquerías y torterías; chile serrano, tortilla de maíz; pollo; automóviles; tomate verde; otros chiles frescos; y la vivienda propia. 

 

Los expertos esperan que la inflación siga subiendo en lo que queda de este y el próximo mes y el Banco de México, encargado de mantener la estabilidad en los precios, camina una línea delgada entre contribuir a la recuperación económica y contener la inflación.

 

La autonomía en la política monetaria y el manejo prudente de sus instrumentos son la delicada línea de flotación de nuestro país en medio de la tempestad que se vislumbra con motivo de las elecciones estatales y federales en los próximos meses de este año. 

 

Lo último que necesitan los más pobres del país, luego de poner en riesgo su capital humano en forma de salud y educación durante la actual pandemia, es destruir su ya vulnerable poder adquisitivo con el gravamen regresivo por excelencia: el impuesto inflacionario.

 

Recientemente, hemos visto cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador ha querido intervenir en decisiones del Banco de México que comprometen su estabilidad y autonomía como obligar al organismo a recibir los dólares circulantes. 

 

Otras más como la reforma de la ley energética y de hidrocarburos termina afectando negativamente en el grado de inversión e indicadores económicos de la nación. 

 

La independencia y credibilidad del Banco de México es un activo muy valioso que ha costado décadas construir, y un pilar del desarrollo moderno del país. Si todo sale bien, existirá una sana distancia entre el poder ejecutivo que quiere acaparar todo y el Banco de México permitiendo así que la autonomía siga garantizando la estabilidad que había distinguido a nuestro país como uno de los líderes a nivel internacional en términos de regulación financiera y control inflacionario.