La premonición de la Cuarta Transformación
El desplome de la Línea 12 es una tragedia humana producto de una combinación de corrupción, incompetencia y austeridad mal entendida y aplicada que dejó un saldo de al menos 24 muertos y 79 heridos.
Tenemos claro que fue una obra que nació con problemas, lamentablemente es la crónica de un accidente anunciado. La Línea 12 se construyó a un sobreprecio. El 8 de agosto del 2007, cuando anunció que esta nueva ruta se construiría, el entonces Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard dijo que costaría 15 mil millones de pesos. Diez años después, el costo ya era de 22 mil millones de pesos.
Desde que se inauguró el 30 de octubre del 2012, se hizo en medio de cuestionamientos sobre su seguridad. Incluso, vecinos de la colonia Tláhuac habían reportado con anterioridad que desde el sismo que azotó la capital del país el pasado 19 de septiembre de 2017 la estructura había quedado dañada y desnivelada, por lo que temían ya de su derrumbe.
Ningún gobierno ha querido revisar a fondo el tema de la inviabilidad financiera del Metro de la CDMX al que, si de por sí no hay presupuesto público que le alcance, menos en tiempos de recortes y una austeridad mal aplicada que ha afectado los procesos de mantenimiento, revisión y renovación de infraestructura del sistema de transporte más grande e importante del país.
Si el tema de la tragedia se centra en la austeridad y recortes presupuestales dictados desde Palacio Nacional, entonces la desgracia toma otra dimensión y puede salpicar directamente al Presidente porque por cuestión de “austeridad” no hay medicinas ni insumos médicos, desaparecieron los fondos para catástrofes, también la inversión en ciencia y educación, se incendian los bosques, hacen falta vacunas contra el COVID, etc.
El dilema al interior de la 4T es a quién sacrificaría y entregaría al linchamiento López Obrador, el presidente de las culpas, si el clamor popular por esta tragedia crece. La cosa es que, si la culpa es de Claudia Sheinbaum, es la culpa de la 4T. Si la culpa es de Marcelo Ebrard, es sólo de Ebrard y tal vez del PRD, partido que lo postuló como Jefe de Gobierno de la CDMX.
La tragedia se produce a un mes de las elecciones más grandes de la historia de México, que para López Obrador son clave para el segundo período de su sexenio con la oposición en busca de arrebatarle la mayoría en la Cámara de Diputados, pero también es un reto para Claudia Sheinbaum, la Jefa de Gobierno, que disputa con Ebrard la candidatura presidencial de 2024.
En el corazón de la “línea dorada” está también Mario Delgado, el presidente de Morena, el partido político de la Cuarta Transformación, quien fue Secretario de Finanzas de Ebrard, y además el empresario Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México, dueño de una de las constructoras de la obra.
Entre tanto, al presidente Andrés Manuel López Obrador le ganaron el hígado y su egocentrismo, porque tras unas breves y obligadas condolencias a las familias de las víctimas inocentes de este trágico accidente, prefirió recurrir a su ya gastado discurso contra la prensa crítica, a la que culpó de utilizar la tragedia en su contra y aprovechó, una vez más, para inmolarse y victimizarse como “el presidente más atacado de la historia”.
Ahora, no olvidemos que los que construyeron esto, están haciendo una refinería, un tren y un aeropuerto.