El Hombre del árbol
El Hombre del árbol
En el corazón de Hermosillo, a solo unas cuadras de la emblemática catedral, sobresale en lo alto de un estacionamiento privado una peculiar casa entre las ramas de un árbol.
Don Manuel Gálvez baja temprano por los escalones de madera para iniciar su jornada diaria. Lleva tres años viviendo en una casa que construyó tabla por tabla sobre un árbol de guamúchil.
Tras morir su esposa, dejó su residencia habitual de la colonia cinco de mayo y pasaba largas jornadas de guardia en un estacionamiento privado en el centro de la ciudad que con el paso de los días se fue convirtiendo en su nuevo hogar.
Sus ojos se empapan con lágrimas al recordar a Doña Mary, su único gran amor quien se adelantó en el camino hace siete años. Juntos cuidaron a su nieto, quien ahora es lo más importante en la vida de Manuel.
Su nieto de 20 años al que adoptó como su hijo, con jabón y esponja le ayuda a generar ingresos lavando carros, lo suficiente para el pan del día y su permanencia en el estacionamiento.
Aunque tiene otros familiares que comparten la casa que él habitaba en la colonia cinco de Mayo con su adorada Doña Mary, no los visita seguido, incluso su hijo le ha dicho que se vaya a vivir con él, pero siente que su hogar es ahora la casa del árbol que comparte con su nieto.
Entre cuatro paredes de tablas, tarimas y alfombras, Don Manuel pasa las noches en esta casa del árbol que rápidamente capta la atención de quienes transitan por las calles Hidalgo y Galeana. Por las tardes Don Manuel sale a tocar la armónica en su “balconcito”, así se refiere a uno de sus cuartos, a veces baja a catedral a tocar ante los transeúntes y ganarse unas monedas.
Con 65 años de edad, Don Manuel vive en una situación de necesidad. El clima es el factor que complica más su estadía: el verano en Sonora no perdona, además de tener que aguantar acaloradas noches, en esta temporada de lluvias, temen que algún día los vientos puedan derribar su hogar.
A unos metros de las raíces del árbol, tienen un huerto del que cuidan todos los días, esperando que la tierra les brinde frutos para comer y vender para obtener un ingreso extra.
A pesar de las carencias, a Don Manuel no le gusta pedir dinero. Lo que él pide es que le caiga trabajo, que soliciten sus servicios en plomería, soldadura y electricidad, oficios en los que tiene experiencia.
Comenta que ya ha tocado puertas en el palacio municipal pero no ha recibido apoyo de las autoridades. Las propinas de las personas son lo que lo han sacado adelante.
Don Manuel pide de favor a la ciudadanía que lo apoyen con despensa, cobijas y ropa, así como fuentes de empleo. Dice sentirse fuerte y con ánimos para brindar sus servicios, además de que esto lo acerca a su sueño de abrir un taller mecánico o una llantera y que su nieto pueda culminar sus estudios.
Lo pueden encontrar en la esquina de bulevar Miguel Hidalgo y Calle Galeana, en el estacionamiento privado donde tiene su pequeña casa del árbol en un horario de 8 am a 12 am. Por el momento no cuenta con teléfono celular.