PIB cae de nueva cuenta: ¿a qué se debe y qué implica?
Este viernes el INEGI publicó su reporte oportuno sobre los números de este cuarto trimestre del año; de manera sorpresiva, los servicios y el consumo que hasta ahora iban por buen camino, sufrieron un retroceso adentrándose en cifras negativas.
En esta ocasión la contracción nos agarró de sorpresa porque en reportes pasados podíamos ver una tendencia al alza. Si bien al comenzar este año, muchos expertos del ramo financiero anticiparon que la recuperación económica desaceleraría con paso de los meses, prácticamente nadie consideraba que se fuera a dar una caída.
La economía mexicana registró una contracción de 0.2% trimestral entre julio y septiembre, en términos reales y con cifras ajustadas por estacionalidad, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Esto no se debe a un solo factor sino al menos, la suma de tres puntos a considerar: Primero, el efecto de la reforma del outsourcing en el valor generado por el sector servicios; segundo, los impactos del problema de suministro de chips en la industria eléctrica y sus derivados como la automotriz; y tercero, el freno del consumo provocado por el avance de la variante delta.
Este tropiezo en el sector servicios ha sido explicado por el subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath por la entrada en funciones de la Ley de Subcontratación.
La minuta aprobada en abril reformó la ley laboral para prohibir la subcontratación de personal y obligar a los trabajadores de servicios especializados u obras especializadas que no forman parte del objeto social, ni de la actividad económica a registrarse en el padrón público de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para poder ofrecer sus servicios.
Jonathan Heath explicó recientemente que “sobresale la caída de los sectores agrupados en el sector terciario desde agosto y me parece que está asociado al efecto del outsourcing”.
Los datos ofrecidos por el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de agosto señalan que el subsector de los servicios que incluye las actividades de apoyo a las empresas retrocedió en 31.4 por ciento respecto al nivel de julio y en 39.5 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.
Fue tan severo el impacto que el sector terciario de la economía, que incluye comercio y servicios, retrocedió en agosto en 2.5 por ciento contra julio, sobre todo por este factor.
Respecto a la escasez de chips, la caída anual de 27.1 por ciento en la producción de vehículos ligeros en el tercer trimestre del año es una muestra del impacto de este freno.
La industria automotriz que opera en México (que comprende la fabricación de vehículos, autopartes, carrocerías y remolques), participó con 3.5% del Producto Interno Bruto, PIB total nacional y con el 18.9% del PIB manufacturero.
La actividad manufacturera en su conjunto mostró un estancamiento en ese período, al que también contribuyeron los problemas logísticos del transporte marítimo y ferroviario.
Este asunto va para largo. La escasez de chips no se resolverá en el corto plazo y seguirá afectando negativamente a la industria por largo y ancho de la geografía mundial. El freno del consumo privado por el avance de la variante delta lo hemos sentido desde mayo, que está asociado de modo significativo con la tercera ola de contagios de COVID que activó las alertas sanitarias de todo el mundo.
Este hecho se ha reflejado también en el comportamiento de las ventas minoristas, que alcanzaron su mayor nivel en esta recuperación en marzo, y a partir de entonces han mostrado una leve tendencia a la baja.
Quizá los números en ventas minoristas crezcan en el último trimestre tanto por eventos como el buen fin o el período festivo de diciembre, la consistente reducción de los contagios y el avance del proceso de vacunación que hemos observado en el país.