Del elegante traje de sastre al uniforme beige: Lozoya se queda en la cárcel

Muy cara resultó la cena que en un sábado de octubre pasado tuvo el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya. No por el lujoso platillo en el exclusivo restaurante Hunan en las Lomas de Chapultepec, sino porque dejó en claro que no había ningún interés en reparar el daño por 7.3 millones de dólares causado al erario federal y esto cambió el rumbo de la historia de Lozoya.

 

Una imagen que tardó casi un año y medio: Emilio Lozoya Austin, detenido por miembros de la Guardia Nacional, ingresó al Reclusorio Norte luego de que el juez federal le dictó la prisión preventiva oficiosa por riesgo de fuga. 

 

Se acabaron los privilegios; que nadie lo viera al llegar a México, que en un inicio no pisó la cárcel, el buen trato por parte del Ejecutivo en turno, le fueron extendidos a Lozoya, participe presuntamente en un esquema de soborno y de haber recibido millones de dólares en cohechos por parte de la constructora brasileña Odebretch, a cambio de que él entregara pruebas para llevar a la cárcel a sus superiores, específicamente el expresidente Enrique Peña Nieto y el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray. 

 

La falta de cumplimiento de aquellas promesas de entregar evidencias y su exhibición en público de sus superiores, llevaron a Emilio Lozoya a cambiar el traje sastre por el uniforme beige y el pato pekín por atole con huevo.

 

Ahora vemos al gobierno federal dando un giro en su discurso, casi aceptando que no hay pruebas de lo que dijo Lozoya Austin que, hasta ahora, habían sido pilar del discurso de acabar con la corrupción del presidente López Obrador y lo que pareciera ser su cortina de humo favorita.

 

Su combate a la corrupción gira en torno a este caso y el discurso de su contrarreforma energética está basada en los dichos de Lozoya.

 

El juez José Artemio Zúñiga Zúñiga fue implacable en su fallo: Lozoya Austin merecía desde la primera audiencia del 28 de agosto de 2020 la prisión justificada; hoy por la penalidad de 12 a 35 años por los delitos de lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho, y las redes e influencias familiares que tiene dentro y fuera del país, generan la posibilidad de que pueda evadirse de la justicia.

 

Ayer por la tarde sus abogados emitieron un comunicado donde dicen que “mantiene su firme colaboración con la FGR” para seguir buscando el criterio de oportunidad que solicitó cuando lo trajeron de España en junio de 2020. 

 

Pero era claro que para la Fiscalía ese criterio de oportunidad ya no tiene interés y que la instrucción del fiscal general Alejandro Gertz Manero fue romper cualquier trato con Lozoya y pedirle al juez que lo mandara a la cárcel para continuar con su proceso bajo prisión justificada.