Los pormenores de la Reforma Electoral
Los pormenores de la Reforma Electoral
Por primera vez, en la historia del país, una reforma electoral no solo no proviene de la oposición y de los partidos políticos, sino del mismo Presidente de México y se propone previo al proceso electoral del 2024 en el que se elegirá al Presidente de la República sin dar oportunidad de que sea puesta a prueba para realizar ajustes necesarios, acordados por todas las fuerzas políticas del país.
Según fue informado, estos cambios a la Carta Magna derivarían en la desaparición del INE y su sustitución por un Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, cuyos consejeros serían inicialmente designados por los tres Poderes de la Unión, y más tarde, votados por la ciudadanía. Así mismo, buscaría eliminar las curules plurinominales tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Esta propuesta presidencial tiene algunos apartados que la hacen atractiva: coincide con el enfado de sectores sociales que no entienden el porqué debemos mantener con nuestros impuestos a partidos políticos o los legisladores plurinominales, a los que suponen flojos, corruptos, abusivos y malos representantes la voluntad del pueblo. Muchas personas bien intencionadas se han manifestado a favor de ambas cosas, inclusive gente que no simpatiza con el mandatario.
Pero resulta que la reducción que pretende la reforma, pasar de 500 a 300 diputados lleva un candado extraño. Es decir, los 300 serían diputados por representación proporcional de acuerdo a una lista que cada partido elaborará por Estado y se elegirán en base al porcentaje de votación que obtengan el partido por entidad.
Pero, además, es una reforma, que vulnera la soberanía de los Estados y municipios. Propone reducir los Congresos locales a 15 diputados y los Cabildos a 9 regidores. Tal reducción va en contra de la diversidad y pluralidad, le garantiza al partido en el poder la hegemonía a nivel nacional. Es emular al viejo priísmo.
¿Por qué no mejor proponer una reedistritación y así recortar la sobrerrepresentación existente en algunos distritos y eliminar diputaciones de elección directa?, simplemente porque a Morena no le conviene.
Todos los mexicanos queremos que se evite el despilfarro de recursos en los partidos políticos, pero como se propone en la reforma resulta de nuevo benéfico para el partido en el poder, pues si bien directamente no recibiría recursos los gobiernos de Morena empezando con el federal, tendrán dinero de sobra en la nómina para promoverse, lo que no sucedería con el resto de los partidos.
También proponen eliminar el financiamiento a los partidos políticos, solamente otorgarles recursos durante el período electoral. ¿Perdón?. El financiamiento público fue una lucha de los partidos de los partidos opositores al PRI, con el propósito de tener suelo parejo, ante el uso de recursos públicos y privados, que acusaban a los priístas de utilizar.
Ahora lo más peligroso, la desaparición del INE, el instituto ciudadano que reconoció el triunfo de cada elección desarrollada y organizó cada proceso, nos llevaría a revivir otro episodio histórico protagonizado por uno de los hombres protegidos de la 4T: Manuel Bartlett, quien estuvo detrás de la caída del sistema que le dio el triunfo a Carlos Salinas en 1988.
La reducción en el costo de las elecciones y el aparato es necesaria de hacer, pero con un enfoque técnico, no político. Esta propuesta de AMLO no es más que una poda burda que convertirá al nuevo instituto en una secretaría de Estado encargada de encuestas y consultas a merced de quienes están en el poder.
Una característica sine qua non de los gobiernos autoritarios, es la centralización y control del poder. Si en México se avanzó durante décadas en la descentralización, gracias en parte a la lucha democrática de los diferentes partidos políticos. Hoy, Morena, apuesta a tener un país de un solo hombre.