La obsesión de AMLO con Pemex

La obsesión de AMLO con Pemex

Desde el inicio de este sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado claro que uno de los pilares de su gobierno será lo que él define como “el rescate” de Petróleos Mexicanos, la empresa paraestatal que durante años sirvió a la administración en turno como la gallina de los nuevos de oro y la fórmula mágica para el crecimiento económico.

Los problemas que enfrenta PEMEX son muchos: administrativos, recursos humanos, competitividad, corrupción, deuda, logística de perforación, sindicat, solo por mencionar algunos. Considerando que -como anunciamos en la pasada edición, desaparecerán hasta 109 fideicomisos que originalmente apoyaban la investigación científica, el deporte y las artes, y que parte de ese dinero podría destinarse al rescate de PEMEX, vale la pena hacer un análisis de la situación actual de la paraestatal.

Tras cuatro días sumando un total de 17 horas de discusión y dos de votación, la Cámara de Diputados aprobó por mayoría en lo particular el dictamen que elimina seis fideicomisos y 103 fondos que contienen una bolsa total de 68 mil 700 millones de pesos.

Esta propuesta, impulsada por la bancada de la 4T se basa en la premisa impuesta
por el mismo líder moral de Morena, Andrés Manuel López Obrador, de que el
dinero de los fideicomisos es opaco y quienes lo utilizan no rinden cuentas. Aunque la verdad, esta supuesta opacidad esconde el motivo real por el cual se busca extinguir los fideicomisos: desde antes de la pandemia, incluso antes de la crisis, el gobierno se
estaba quedando sin dinero.

Hay solo dos temas que parecieran ser prioritarios en cuanto a redistribución
presupuestal: La refinería Dos Bocas y el tren maya. El primer caso es
prácticamente tirar el dinero a la basura. El petróleo va de salida, el uso de hidrocarburos va en disminución a nivel global y la tendencia indica que las refinerías deberían desaparecer a corto plazo.

Es triste ver cómo por Pemex, a pesar de las circunstancias y pronósticos, se sigue apostando todo. Sin importar que la empresa no cumplió con la producción prometida para este año, al contrario, de acuerdo información de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, alcanzó su nivel más bajo en 40 años, sumado al desplome de precios del crudo a nivel mundial, los números rojos rebasan toda expectativa.

Otro asunto delicado es que a pesar de que estamos sumidos en una de las peores crisis económicas y de salud, debería haber cambios sustanciales en la política de gasto del Sector Público, pero vemos que todo sigue igual.

Actualmente nadie, ni las mismas empresas líderes mundiales del sector petrolero, le están apostando a la producción del crudo. Este gobierno está proponiendo que en 2021 se le otorguen a Pemex más recursos del presupuesto que los obtenidos en 2020, y dar continuidad al proyecto de una refinería que costará más que los 10 mil millones de dólares que se tenían contemplados al momento de poner el proyecto sobre la mesa.

Incluso el Fondo Monetario Internacional hizo un señalamiento la semana pasada, en el contexto del ‘monitoreo’ el organismo realiza a países miembros anualmente: Pemex está utilizando recursos que tendrían que invertirse en satisfacer necesidades básicas de la población, y por eso recomienda posponer los planes de la refinería Dos Bocas, por no ser un proyecto viable en este momento.

El FMI condiciona su apoyo al financiamiento de Pemex a que se operen cambios en la estrategia de obtener rendimientos de la empresa, así como en su manejo interno y externo.

Como mexicanos no podemos ni debemos quedarnos cruzados de brazos. Se trata de recursos que literalmente definen el rumbo de la economía nacional y a su vez, influyen directamente en la calidad de vida de todos los que habitamos el país.

Como dice el mismo AMLO, el presupuesto es ‘dinero sagrado’ que tiene que cuidarse. Si la paraestatal petrolera y el propio gobierno no se están planteando las interrogativas sobre cómo hacer rentable a Pemex a futuro, nos toca plantearlas nosotros y exigir respuestas.

Al parecer, al Congreso de la Unión también le preocupa este tema, pues en la agenda legislativa que presentó hace unas semanas se incluyen diversos puntos dirigidos al ramo energético, que incluyen una reforma a la Ley de Petróleos Mexicanos. La idea es que Pemex pueda generar proyectos de energías alternativas, distintas a la producción de hidrocarburos, y así adaptarse a la tendencia global de uso de energías limpias.

En realidad, muchos de los cambios que permitirían esta adaptación de Pemex a la transición de energías limpias se pueden dar con el marco normativo actual.

Según la misma Ley de Pemex, la empresa puede ‘realizar actividades de investigación, desarrollo e implementación de fuentes de energía distintas a las convencionales, que le permitan cumplir con su objetivo, así como la generación y comercialización de energía eléctrica’. Es decir, no hay que esperar una revolución legislativa para empezar a tomar acciones.

Los órganos de gobierno de Pemex ya deberían estar planteando el tema y reconocer su importancia, a pesar de que el gobierno de la 4T pareciera estar obsesionado con la producción y uso de hidrocarburos y cerrarle el paso a la producción de energías limpias. Recordemos que a finales de mayo e inicios de junio, se buscaba frenar la producción de energías renovables a través de la Secretaría de Energía que preside Rocío Nahle.

Este asunto trasciende el tema económico, siendo también una gran preocupación del sector ambiental y el futuro del planeta y de todas las especies. Realmente es el reto actual de todas las empresas petroleras en el mundo no solo Pemex.