México, sin vacunas y sin estrategia.

México, sin vacunas y sin estrategia

 

La vacuna contra el COVID-19 llegó como luz al final de un oscuro túnel, pero en pocas semanas ya se ha transformado en símbolo de la desigualdad. Sólo la vacuna puede apaciguar el sentimiento apocalíptico que la pandemia nos infundió.

 

Ahora vemos que países cómo Estados Unidos, Israel, Inglaterra y gran parte del resto del mundo, están implementado una eficiente campaña de vacunación masiva y, por otra parte, en el país, no se puede ni sostener el portal en internet para apenas solicitar la vacuna.

 

El gobierno de AMLO está quebrado y se hace bolas por decisiones propias, al comprometer buena parte del Presupuesto para los programas políticos asistenciales   -los cuales aumentan sus afiliados con el tiempo; además de privilegiar a proyectos sin pies ni cabeza y financieramente no redituables.

 

Por supuesto nos referimos a las tres magno obras: Santa Lucía, Dos Bocas y Tren Maya, que utilizarán recursos que bien podrían ser usados para comprar vacunas que por lo menos inmunizan a 75 millones de mexicanos; alcanzar la inmunidad de rebaño, vencer al coronavirus y reactivar la economía en su totalidad.

 

El gobierno ya no tiene excedentes, se los gastó todos, y ante el pago de la deuda y los intereses, no hay dinero que alcance para remediar un problema mayúsculo como es la pandemia.

 

Mientras que nuestro vecino del norte avanza a ritmo meteórico para inmunizar a la población, en nuestro país está más activa la campaña de vacunación que la aplicación masiva de la cura a la población. Son más las declaraciones del presidente y de López Gatell que las vacunas que se han puesto en realidad.

 

Nos prometieron que en enero iba estar vacunado todo el personal de salud del sector público y que los adultos mayores empezarían este proceso. Ni uno ni otro. No hay vacunas y el portal de vacunación es deficiente.

 

Con un gobierno en quiebra, sin estrategia para paliar los efectos de la pandemia, sin vacunas aprobadas por la OMS y con la muerte tocando a la puerta de cada mexicano, transcurre lento el valioso tiempo en un país que por lo menos a corto plazo, no despertará de este amargo sueño.