Regular las redes sociales: ¿Libertad o Censura?
De pronto, las “benditas redes sociales” se han vuelto tan malditas que hay que controlarlas con el puño de hierro del Estado. No basta con que Twitter, Facebook, Instagram y otros gigantes de la tecnología tengan sus propios mecanismos para restringir publicaciones controversiales y para expulsar a los usuarios violentos.
El pasado 8 de febrero, el Senador de Morena, Ricardo Monreal hizo circular a través de su página y redes sociales una iniciativa de reforma con la que pretende reformar la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión para regular a las redes sociales bajo el argumento de que de esta manera “se protegerá la libertad de expresión”.
A nivel mundial hay países como: Corea del Norte, Cuba, China, Irán, Rusia y Venezuela, donde el uso de ciertas redes sociales queda prohibido o limitado.
En China por ejemplo, no se puede usar ningún servicio de algún gigante tecnológico de occidente como facebook o google que tiene su propio ecosistema de aplicaciones, para favorecer a software nacional como Line o WeChat, usados hasta para transacciones monetarias.
Estas restricciones suelen estar vinculadas a gobiernos poco democráticos o despóticos, por no decir autoritarios.
Recientemente, el senador Ricardo Monreal ha estado al pie del cañón impulsando polémicas reformas: la eliminación del outsourcing, la desaparición de los organismos autónomos, el freno a la producción y uso de energías limpias, la adopción de los dólares en circulación por parte de banxico (aunque esto atenta directamente contra la autonomía del banco central); propuestas que carecen de pies y cabeza, o bien, que evidencían el desconocimiento total de los legisladores en los temas tecnológicos y económicos.
Lo que pretende el coordinador de Morena en el Senado no es censurar a las voces críticas -no por el momento-, en todo caso, impedir que sean callados los impresentables de siempre, con el pretexto de la “libertad de expresión”, pues la propuesta surge luego de la decisión de Twitter de suspender la cuenta del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por el riesgo “de una mayor incitación a la violencia”.
Acá en territorio mexicano, el presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó su molestia e ironizó con que la estatua de la libertad se estaba poniendo “verde del coraje” al ver que una empresa particular se erigiera como “la santa inquisición” y censurara a un jefe de Estado. Es para “ponerse el huarache antes de espinarse”, pues.
Primero evidenció su intención de crear su propia red social, luego pidió a la Secretaría de Gobernación realizar un análisis sobre cómo podría ser la regulación, a pesar de que públicamente se hace como del que no está del todo convencido de la idea. Fue la misma Olga Sánchez Cordero quien confirmó que solicitó a la Unidad de Normatividad de Medios un análisis para saber cómo podrían reglamentar redes como Twitter o Facebook.
Monreal está tanteando el alcance de su iniciativa a la cual la califica de urgente porque no tiene ni idea de lo difícil que es regular el ciberespacio, especialmente si estamos geográficamente tan cerca del epicentro de los gigantes tecnológicos: el Silicon Valley.
Por si fuera poco, Monreal pretende hacer todo esto en pleno proceso electoral, a sabiendas de que el sentido de su propuesta le puede restar adeptos a su partido, sobre todo entre la población joven usuaria de Internet. En México hay más de 60 millones de usuarios en Facebook y 9,5 millones de usuarios en twitter.
¿Y si el apuro del Senador se debe a que la historia nos recuerda que además de Trump, hay un mandatario al que le gusta hacer berrinches y revueltas sociales cuando el resultado en las urnas no le favorece?
Cuando un gobierno pretende regular las redes sociales, atenta contra la capacidad de organización, libertad de expresión y crítica ciudadana. Además, las redes sociales son -a final de cuentas- empresas tecnológicas privadas.
Estas empresas están consolidadas en territorio de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial con el que tenemos tratados diplomáticos y comerciales como el T-MEC que su finalidad es precisamente generar las condiciones para que se respete y se le abra paso a la libre competencia.
Las redes sociales tienen sus propios métodos de regulación por lo que no es necesario que sea un gobierno el que se encargue de ello. Precisamente al momento de registrarte aceptas o no los términos y condiciones. Si no te gustan estas reglas o no estás de acuerdo, no participes.
Difícilmente un gigante tecnológico de la talla de twitter o Facebook se doblegaría ante los caprichos de un gobierno como el mexicano. Estados Unidos ya aprendió la lección cuando intentó banear a TikTok.
¿Se imagina usted un México donde repentinamente Facebook, Twitter o Instagram estén prohibidos? Y que el gobierno nacional espere que usemos una red social del Ganso o algo por el estilo.
Andrés Manuel López Obrador en múltiples ocasiones calificó a las redes sociales de “benditas” porque fue en Internet donde encontró eco y apoyo a su propuesta política para llegar a la Presidencia de la República. Ahora que el blanco de las críticas son su gobierno, sus funcionarios y sus pésimas decisiones para manejar la pandemia, debemos regularlas.