La disyuntiva del poder de las mujeres en Sonora | 11:11 por Solangel Ochoa
La disyuntiva del poder de las mujeres en Sonora
11:11
Por Solangel Ochoa
Sin duda, todo el marco legal y acciones afirmativas a favor del adelanto de las mujeres han surtido efecto y seguirá teniéndolo en el futuro inmediato.
Sin embargo, las mujeres seguimos enfrentándonos a prácticas que nos recuerdan constantemente que podemos ser libres, pero no tanto, porque seguimos cargando responsabilidades otorgadas a nuestro género que ponen en tela de juicio nuestro actuar profesional.
Recientemente se le cuestionó a la diputada Diana Karina Barreras sobre su desempeño por sus constantes visitas a la CDMX a lo que contestó que tenía que hacerlo porque su esposo es el presidente de la Cámara de Diputados y tiene que estar con él.
Evidentemente cobra una relevancia mediática importante por el papel que desempeñan, sin embargo, existe una disyuntiva aquí, por un lado, seguimos siendo las mujeres quienes llevamos la carga de la crianza de los hijos y por otro lado, la responsabilidad de mantener unida a la familia.
Por ende, valdría la pena preguntarnos si lo que nos molesta es que las mujeres dejen la responsabilidad de madres o si la molestia es que ocupemos un lugar relevante en la esfera pública. Se nos mide de diferente manera dependiendo de la envergadura que representamos y en ocasiones termina siendo injusta. Y este patrón continúa y seguirá, en la medida en que no reflexionemos al respecto.
Otra mujer que ha sido determinante en su carrera y sus decisiones es Natalia Rivera Grijalva, quien esta semana declaró que renunciará al PRI para unirse a Movimiento Ciudadano. Situación ya muy comentada pero que no termina de ser oficial hasta que, supongo, el fallo de los tribunales de en contra de Zaira y Pascual, entonces se consuma la supuesta imposición de Onésimo e Iris.
Se que Natalia fue quien tuvo el primer acercamiento con MC y que está decisión se despliega de una reflexión personal, pensada y analizada para ser determinante con una declaración como «renunció». Por lo anterior, me parece irónico que incluso hay quienes hablan de Natalia como una «avanzada» del Pato de Lucas, como si su capital político no fuera suficiente para tomar sus propias decisiones. Es decir, seguimos suponiendo que las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones y tienen que seguir a su líder, generalmente, un varón.
Otro caso de una mujer empoderada es la coordinadora de bancada de Morena, Ernestina Castro Valenzuela, a quien tuve la oportunidad de entrevistar y cuya entrevista pueden encontrar en esta edición impresa dónde podría corroborar que la legisladora es una mujer que ha sabido ganarse con esfuerzo y dedicación el lugar que hoy ocupa y el poder que tiene. A Ernestina le han otorgado la etiqueta de ser la «mala» del Congreso, cuando lo que hace es ejercer su poder y viene de nuevo la disyuntiva, tener poder y no ejercerlo para que te llamen «marioneta» o ejercerlo y ser la «mala» del cuento.
En fin, podría enumerar muchos más ejemplos de cómo se trata de desvalorizar el trabajo de las mujeres, a veces muy sutilmente, otras de manera descarada y otras, simplemente por imprudencias y por repetir falacias que alguien más dijo.
El punto es que las mujeres siguen luchando por ganarse un lugar, sin necesidad de que su autoridad y sus decisiones sean cuestionadas o puestas en tela de juicio. Así que yo les pregunto, ¿qué es lo que incómoda tanto, qué las mujeres lleguen al poder o qué lo ejerzan?